Explorando el estado actual de los servicios de análisis de conducta, invité a varios colegas alrededor del undo a que escribieran como bloggers invitados.
Nuestro blogger invitado este mes es Sergio Andrés Lara Cortés, Psicólogo Clínico especializado en Infancia, Adolescencia, y Familia, Coordinator del Programs ABA en Asopormen. Gracias a la Dra. Rocio Rosales pro la sugerencia e introducción para que lográramos hacer esta participación en el blog posible. [Editado por Corina Jimenez-Gomez]
Para poder hablar sobre nuestra experiencia del Análisis de Conducta, es necesario contextualizar el panorama en Colombia en el área de la salud. En la década de los años 90 el Sistema de Salud identificó dificultades en los pacientes vistos, no sólo desde la perspectiva médica con referencia a algún elemento estructural del organismo, sino que identifica que parte de las dificultades surgen de dificultades en el área de conducta. El problema se mantiene hasta el inicio del milenio, dando pie a una evaluación más amplia e integral hacia la discapacidad. Por ende, se promulga la legislación para la discapacidad en Colombia en el año 2002, en la cual se aprueba la Convención Interamericana para la Eliminación de todas las formas de discriminación contra las Personas con Discapacidad. Esta legislación provee la oportunidad de brindar intervención a personas con discapacidad cognitiva y más específicamente al autismo. En marzo de 2015, el Ministerio de Salud y Protección Social de Colombia, junto con el Instituto Tecnológico de las Ciencias de la Salud, desarrollaron el PROTOCOLO CLÍNICO PARA EL DIAGNÓSTICO, TRATAMIENTO Y RUTA DE ATENCIÓN INTEGRAL DE NIÑOS Y NIÑAS CON TRASTORNOS DEL ESPECTRO AUTISTA, y dan una mención especial al Análisis de Conducta Aplicado (ABA, por las siglas en Inglés) como enfoque basado en la evidencia científica para intervenir al trastorno del espectro autista.
Antes de que se aprobara el protocolo del Ministerio, muchas instituciones ya brindaban servicios a personas con el diagnóstico de autismo, pero con carencia de conocimiento; realizando prácticas inadecuadas e inclusive llevando a población infantil, adolescente o adulta hacia escenarios de maltrato o abuso. De igual manera, las instituciones asociaron la adquisición de usuarios con el diagnóstico de autismo como una fuente de ingresos financieros, ya que no existía control o seguimiento por una entidad certificada. Una vez surge el protocolo del Ministerio, se empezaron a tomar medidas de control y seguimiento como la resolución 2003 de 2014, donde el sistema de salud estableció un parámetro para la habilitación en salud con unos estándares que buscan el control y regulación a las prácticas del sistema, lo cual garantizaba una práctica que tuviera aval desde la evidencia científica.
Este concepto de evidencia científica da cabida a controversias aún mayores debido a que, de acuerdo al protocolo y el Sistema de Salud, los especialistas que pueden remitir a los usuarios con autismo para que sean atendidos en una intervención con ABA son: el Neurólogo Pediatra y el Psiquiatra Infantil. Aún más llamativo, muchos especialistas afirman que el Colegio Colombiano de Neurólogos y de Psiquiatría no valida en su totalidad la evidencia del Análisis de Conducta Aplicado, argumentando que no hay estudios paramétricos o estadísticas que puedan dar fe de la efectividad de ABA en Colombia.
Este panorama, más las experiencias que han vivido varias familias en Colombia, han dejado como resultado una idea equívoca sobre el Análisis de Conducta Aplicado, tal como lo señala el siguiente artículo: “Las terapias que el Gobierno no quiere en el sistema de salud”.
El protocolo del Ministerio también ha dado cabida a la interpretación de que cuando se habla de la intervención desde el análisis de la conducta, el protocolo lo refiere desde los 2 años hasta la mayoría de edad, aún bajo conocimiento de que el análisis de la conducta se basa en los principios de la psicología del aprendizaje y no lo delimita a una variable como la edad. Esto se produce debido a que cuando emerge el protocolo del Ministerio, a la par se implementó una política nacional (conocida como de Cero a Siempre: De 0 a 5iempre) en donde se daba prioridad a la intervención de la población infantil y adolescente; pero la intención del Instituto Tecnológico de las Ciencias de la Salud en nuestro país, no buscaba excluir a nadie de la intervención ante las dificultades de conducta por razones de la edad.
En el segundo aspecto del protocol del Ministerio que es importante resaltar es que el protocolo asegura que “el análisis conductual aplicado solo puede ser usado, o solo tiene evidencia científica con personas con el diagnóstico del espectro autista”. Esto causó un gran impacto en el sistema porque los usuarios con diagnósticos diferenciales, enfermedades huérfanas u otra comorbilidad que tienen alteraciones de conducta por la dificultad en la participación social, riesgos contra su integridad o aprendizaje, se ven excluidos a una intervención ABA en Colombia.
Por desconocimiento sobre ABA, además de la percepción existente hacia la discapacidad, sumado a los preconceptos culturales de la misma; las familias de los usuarios hacen uso del ABA buscando en éste un modelo médico tradicional. Con frecuencia se escuchan expresiones como: “mi hijo no se ha curado”, “ha pasado mucho tiempo y mi hijo sigue sin ser normal”, “él sigue sin hablar”, entre otras. Pese a toda la retroalimentación continua sobre el caso en particular y los talleres de capacitación para padres de familias y profesionales que intervienen al paciente, este es un problema persistente.
La insistencia en ver resultados a corto plazo (como la visión médica) conduce a que los padres opten por prácticas de reforzamiento inadecuado (como la entrega de un tangible o comestible) o la atención contingente a la presencia de conductas inadecuadas. Y no sólo nos referimos a la percepción de las familias sino también de los especialistas que no dan tiempo para ver la efectividad del tratamiento, en especial cuando se empiezan a establecer las contingencias de reforzamiento diferencial o cuando se presenta un estallido conductual y su correspondiente procedimiento de extinción; dando entonces calificativos como “esa terapia es mala” o “eso no está sirviendo”.
Este contexto histórico nos ofrece la oportunidad para comentar nuestra experiencia. Pese a las múltiples barreras que puedan existir, la situación en el país nos dio cabida para obtener mayor reconocimiento, luchar por los niños en Colombia al respetarles sus derechos y promover una visión integral orientada a la inclusión social.
De mi parte, inicié mi experiencia con el análisis conductual desde la universidad, al que le pude dar énfasis en mi pregrado de Psicología. Posteriormente, me especialicé en Psicología de la infancia, adolescencia y familia, en la misma universidad que me dio la oportunidad de dar énfasis en el enfoque conductual. Posteriormente realicé intervención en la ciudad de Bogotá, lo que me dio la oportunidad de capacitarme y poner en práctica el análisis conductual. Desde hace tres años y medio coordino el programa de ABA de la Asociación Santandereana Pro Educación y Rehabilitación Integral – Asopormen (fundada en 1965) en Bucaramanga.
Desconocemos el dato exacto de la cantidad de instituciones que ofrecen el servicio de Análisis de Conducta Aplicada. Pero identificamos a seis instituciones en Bogotá (en el centro del país), una institución en Cali (ciudad al suroeste), dos instituciones en Medellín (norooccidente del país), en Cartagena (norte de Colombia en la costa caribe), y en Bucaramanga hay tres instituciones (nororiente de Colombia). De las instituciones mencionadas solo cuatro instituciones cuentan con la asesoría permanente de un BCBA para aplicar el servicio con los parámetros internacionales de ABAI, dentro de ellos nosotros en Asopormen en la ciudad de Bucaramanga en asociación con ABATEC LLC ubicada en Boston (EE.UU), con la asesoría de la Dra. Betzaida Fuentes BCBA, LABA, ITDS y Alberto León BCBA, LABA.
Asopormen fue la primera institución en implementar servicios ABA en Colombia hace 13 años y actualmente atendemos diariamente a 110 niños, entre 2 y 18 años de edad, tanto en la ciudad de Bucaramanga, su área metropolitana (Girón, Piedecuesta, Floridablanca) y municipios como San Gil y Aguachica (Departamento de Cesar). En estos años hemos tenido la posibilidad de brindar el servicio a población bajo condiciones de vulnerabilidad a quienes el mismo Sistema de Salud no ha podido cubrir, como también procurar el escenario para que niños compartan por primera vez con otros pacientes, y juntos puedan tener el derecho de actividades básicas de vida cotidiana como ir a un cine, un parque, vivir en comunidad y lograr ser tratados de manera digna. Lo que es invaluable.
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